© Patricia Karina Vergara Sánchez
pakave@hotmail.com


DOCUMENTOS DE PENSAMIENTO LESBOFEMINISTA

Cuando quiero decir lo que miro en mi realidad cotidiana, me busco en un lugar distinto. Yo que hablo una lengua de mujer, nos reconozco, me reconozco en la ovarimonia, en la palabra dada por las mujeres a partir de la experiencia que pasa por nuestras cuerpas y desde nuestros pensamientos y ejercicios reflexivos, aquella que no necesita ser validada desde la lógica y la razón que rigen hoy a un sistema mundo que no es nuestro.


viernes, 4 de septiembre de 2015

ÉTICA Y BUENAS COSTUMBRES

© Patricia Karina Vergara Sánchez
pakave@hotmail.com
(2008)

No es muy popular ser el duende verde que gruñe sobre el consumismo en navidad, mientras el resto de la comunidad cuelga adornos de papel y canta villancicos. La misma impopularidad e incomodidad con mis interlocutoras encuentro cada vez que abro la boca o la pluma  para señalar la estructura consumista, de antro, embrutecimiento con alcohol, sexualidad cosificada y a veces con drogas,  en que  está sumergida la comunidad LGBTTyT. En mi preocupación personal y concreta: La enajenación de bar que nos toca a las lesbianas. Aclaro, antes que nada: Lo cierto es que no detesto las fiestas, ni los bares, ni las bebidas alcoholicas, ni la socialización que ocurre en estos ambientes. Mil veces he aceptado con gusto uno o muchos tequilas, he organizado y asistido a fiestas. Creo en el ejercicio sexual libre – siempre y cuando sea responsable y consensuado-, incluso sé y respeto del uso de sustancias que llevan a estados de conciencia alterada con fines rituales, espirituales, de búsqueda o simplemente experimentales. Reconozco, como no hacerlo, la necesidad de espacios de convivencia, encuentro y de celebración para esta comunidad. Sin embargo estas notas  son un llamado a preguntarse, desde el hacer lésbico politizado, a preguntarnos sobre la naturaleza y fondo de las relaciones y organización lésbica alrededor de esta forma mercantil de socialización-alienación.  Por ejemplo, así como cuestionamos  nuestras relaciones de pareja y criticamos con dureza la imitación del modelo heterosexual en donde, por desgracia hay quien asume el papel dominante y otra que acepta el de sometida y se repiten los roles ya conocidos y, como respuesta, las lesbianas somos capaces de criticar, aportar y encontramos que no necesariamente tenemos por qué imitar dicho modelo. También podemos cuestionar y replantearnos las formas en que nos relacionamos como comunidad, de divertirnos o de espacios de ocio y a partir de la reflexión crítica hacer tambalear el modelo que se nos dio prefabricado.

Podemos establecer, para comenzar, que el sumergirnos en  La “mercadotecnia de la diversidad” y la lógica del “antro” nos enajena, es decir nos  aleja de nosotras mismas e impide la búsqueda de objetivos comunes. Nos sometemos a la patriarcal imposición de valores y, entre el humo y la oscuridad de estos sitios, competimos para ver quién tiene más poder económico, belleza física, quién tiene más encuentros  o conquistas sexuales, quien bebe más, quien tiene mejor auto, quien es más que...
Claro que ello ocurre también en los ambientes homosexuales, heterosexuales y en general. Y también valdría la pena la discusión al respecto. Sin embargo, sujetándonos a hablar de nosotras, lesbianas, habrá que pensar en las oportunidades valiosas que nos estamos negando. Qué pasaría si arrojáramos la copa y la mercantilización al cesto de la basura y pudiésemos comenzar a  percibirnos entre nosotras como aliadas, acercarnos, invitarnos a reflexionar en conjunto, apreciarnos por nuestros valores intrínsecos y quien sabe, tal vez poder organizarnos en acciones concertadas, por ejemplo para apoyar a aquella que han corrido de casa, exigir justicia jurídica, alentar a la que padece, crear grupos de trabajo intelectual, artístico o político, que hoy ciertamente en México existen apenas un par como tales.

No se trata simplemente de un planteamiento soñador, si no de una invitación para comenzar a buscarnos opciones de vida y de acción tanto política como cotidiana distintas a las que ya nos han sido dadas. El fenómeno de la generación que hoy vive el  año 2007 es el de la era del desencanto. Los gurús, los guías, las grandes teorías científicas o divinas transformadoras quedaron en los siglos pasados. Parece  demasiado lejana la promesa de un orden mejor  o más justo. Para las mujeres que hemos sido negadas en nuestros aportes por los libros de historia, alejadas sistemáticamente del poder y despojadas de nosotras mismas, el vacío es mayor. Así pues, respiramos a diario desencanto, cinismo, falta de solidaridad para con el otro y con la otra. De tal modo que las únicas dos premisas posibles son las impuestas desde el poder: El valor del dinero como fuente de toda satisfacción y el embotamiento de los sentidos.
Como el orden económico establecido garantiza que el dinero y sus posibilidades son inaccesibles para la mayoría, entonces nos volcamos a la segunda premisa: Le apostamos a la evasión contra la acción y jugamos a no mirar. A conformarnos con lo que hay.

Cuando la ansiedad psíquica, la insatisfacción o la soledad comienzan a pesar demasiado, una de las posibles salidas es ir a gastar 30 pocos pesos en tres cervezas y calificamos como mejor que cuestionar el por qué no existen otros sitios, otras practicas y otros servicios o inventarlos nosotras mismas. Preferimos no ver la violencia que nos cerca o conformarnos con saber que ya estaba ahí, en lugar de tomar la parte de responsabilidad que nos toca y comenzar a hacer, a proponer, a transformar en lo inmediato.
Por poder comprar un juguete sexual, ver una película porno o ligar a cualquiera en este bar y terminar en la cama sin conocer siquiera su nombre; queremos creer que es lo mismo masificación de la sexualidad que libertad sexual
- y, de paso, llevamos las ITS como si fueran trofeos de guerra-
Nos decimos que por tres mujeres en el gobierno, alguna de ellas lesbiana de closet, hay mujeres en el poder.
Más aún, pareciera que el movimiento lesbiano tuviese por única demanda política que no le cierren el bar donde se amontonan las jovencitas los domingos. Y en la miopía de los ejemplos anteriores nos quedamos tomando una cervecita y mirando bailar a la de enfrente mientras nos sonríe y el grupito de amigas compite con el grupito de al lado. Así, fuerzas de lesbianas  que podrían ser transformadoras, se convierten en  masas embrutecidas y nada más.

Son los negocios en general, bares, antros y discotecas de la Mercantilización de la Diversidad Sexual medios efectivos de despolitización al servicio del orden actual. Si fuesen contestatarios o su existencia tuviera un peso político de importancia, como los empresarios pretenden hacernos creer; entonces serían perseguidos y no tan fácilmente existirían en numero creciente, como ocurre. Aclaremos: el mercado rosa tiene un peso pero económico y su interés político no es de transformación. Si existiese un cambio político, jurídico y social. Ya no serían necesarios bares, viajes turísticos, revistas especializadas, ni lugares sólo de ambiente. Terminada la necesidad de sitios exclusivos rosas, se acaba la gallina de los huevos de oro. Por ello estas empresas son, sirviendo a sus propios intereses, un medio efectivo de control y nada más.

No se trata de censurar a nadie ni de erigirse en las guardianas de  la moral y las buenas costumbres. Es cuestión de ética, rebeldía y el sueño de nuevas costumbres en donde el alcoholismo, la drogadicción, las infecciones de transmisión sexual y la apatía política no fuesen una realidad cotidiana que le pasa a muchas de nosotras. Es posible, muy posible que sea de otra forma. Si las lesbianas somos humanas capaces de haber roto con la orden de heterosexualidad que se nos dio desde niñas y nos atrevimos a amar y a erotizar  a nuestra manera y desde otros principios. Por qué no habríamos de atrevernos a arrebatarle nuestro espacio lúdico y de encuentro al orden existente que nos somete.
 Hagamos un día de campo con manzanas y comida deliciosa hecha en casa, reunamos a 200 lesbianas para pintar un mural que hable de nosotras, lancemos globos al cielo desde un árbol nada más por la alegría de encontrarnos y hacer cosas y estar vivas, llevemos a nuestros hijos e hijas de paseo todos juntos para ir retomando las conciencias colectivas, construyamos una escuela rural entre todas, vayamos a nadar, alfabetizar unas a otras, hay que enseñarnos unas a otras a arreglar autos, computadoras, qué se yo. Es posible, lo sé, encontrarnos, construirnos, crear identidad desde una historia distinta a la ya contada, desde una historia escrita a nuestra propia tinta. ¿Por qué no atrevernos?


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