© Patricia Karina Vergara Sánchez
pakave@hotmail.com


DOCUMENTOS DE PENSAMIENTO LESBOFEMINISTA

Cuando quiero decir lo que miro en mi realidad cotidiana, me busco en un lugar distinto. Yo que hablo una lengua de mujer, nos reconozco, me reconozco en la ovarimonia, en la palabra dada por las mujeres a partir de la experiencia que pasa por nuestras cuerpas y desde nuestros pensamientos y ejercicios reflexivos, aquella que no necesita ser validada desde la lógica y la razón que rigen hoy a un sistema mundo que no es nuestro.


martes, 7 de marzo de 2017

LAS LESBIANAS RESISTIMOS Y EXISTIMOS



Patricia Karina Vergara Sànchez
pakave@hotmail.com

En los últimos meses, en la región, hemos hecho visibles mediáticamente los asesinatos lesbofóbicos en Chile de Nicol Saavedra, de Jessica Patricia González Tovar en México, de Marcela Crelz en Argentina.
A Estefany Stefanell Pérez lesbiana de Colombia, luego de ser acribillada, le agredieron el cuerpo bajándole los pantalones para “comprobar” que su cuerpo era de mujer.
Al recuento de estos lesbicidios habría que sumar la violencia lesbofóbica psicológica, verbal y física vivida en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia hacia dos lesbianas estudiantas por parte de alumnos de primer semestre Luis Alejandro Parada y Camilo Andrés Cardona; habría que contar que en diciembre pasado despidieron a dos mujeres aspirantes a la Policía Metropolitana en Buenos Aires porque sus compañeros difundieron una foto de ellas besándose, cuando a dos heterosexuales que se besaran no les habrían sancionado y mucho menos en tal magnitud. Fran Petersen, reina del Carnaval en Brasil, en este momento continúa siendo objeto de ataques lesbofòbicos en redes por visibilizar su relación lésbica.
Además de los múltiples reportes de tratos lesbofóbicos en librerías, cines, restaurantes, bares y espacios públicos en Perú, México, Chile, Brasil y Argentina.
Estos son los casos visibles mediáticamente, y ni que decir de las violaciones "correctivas" a lesbianas en la región. Así mismo sabemos que hay un subregistro de la lesbofobia y sabemos, también, que las situaciones de lesbofobia cotidianida sólo son registradas para nuestros entornos inmediatos.
Nos están asesinando y la justicia patriarcal encarcela a la que se defiende, como es el caso de Higui en Argentina, que desde octubre de 2016 está presa por defenderse de diez hombres que intentaron violarla. En legítima defensa, Higui dio un puntazo a uno de sus agresores y luego, ante amenazas de empalamiento y mientras la seguían golpeando, cayó inconsciente. Despertó procesada por homicidio.
Es necesario nombrar la violencia lesbofóbica en todos sus rostros, hay que hacer ver cómo intentan acabar con nosotras.
Hay quienes quieren acabar con las lesbianas desde muy diversos frentes de la heterosexualidad obligatoria. Intentan acabarnos, sí, físicamente, como ya lo mostramos, cuando desde el machismo y la misoginia más vulgar nos agreden, nos acosan, nos golpean, persiguen y discriminan si nos atrevemos a visibilizamos e, igualmente, cuando no nos visibilizamos pero el entorno “sospecha” nuestra desobediencia a la heterosexualidad. 
También, intentan acabar simbólicamente con nosotras desde las grandes financiadoras, corporativas, academias e instituciones que pretenden imponer sobre nuestras colectividades, encuentros y actuancias locales cómo organizarnos y con quién; pretenden condicionarnos recursos, reconocimientos, interlocuciones y hasta “permisos”. En un mismo tiempo y espacio actúan todas aquellas corrientes de pensamiento neoliberal que a las que nos posicionamos desde el feminismo, el feminismo lésbico, nos agreden, ridiculizan o nos convierten en monstruos amenazantes por enunciarnos, por mostrarnos, por querer organizarnos entre nosotras, autodefinirnos, autoreferenciarnos y establecer nuestros propios criterios de afinidad. 
El borrarnos, invisibilizarnos o diluirnos como acciones de destrucción simbólica de las lesbianas, no es nuevo. Históricamente se han construido mitos, burlas y estigmas sobre nosotras, se aprovechan nuestros aportes, sobre todo para el arte, las ciencias y los feminismos, pero se oculta quiénes y desde dónde es que construimos esos aportes y/o buscan suavizarlos, alejarlos de su radicalidad original.
Habría que preguntarnos, entonces, por qué esta saña y violencia específica hacia nosotras y nuestros pensamientos, habría que intuir que no es casual, que no se intenta acabarnos por accidente. Desde nuestras prácticas sexuales y cotidianas, hasta nuestros posicionamientos lesbofeminsitas más radicales, una espina bien molesta debemos ser en el zapato del sistema, una llave al cepo que impone la feminidad patriarcal a los cuellos de las mujeres o, tal vez, sólo somos verdaderamente monstruos cuya existencia es extremadamente desagradable para los intereses de algunes.
Sea pues, hoy 7 de marzo - aniversario del fusilamiento lesbofóbico de Pepa Gaytan y un día antes del Día Internacional de las mujeres trabajadoras-, que no quiero hacer un mero recuento de la violencia lesbofóbica, sino que las lesbianas nos recordemos unas a otras que nos debemos justicia por las que nos han arrebatado y asesinado; que nos debemos trabajo por la libertad de Higui y todas las presas del heteropatriarcado; que es urgente la visibilidad no por la inclusión a un sistema predador, mejor, una visibilidad irruptora e incómoda a la heterosexualidad obligatoria y, sobre todas las cosas, tener presente una lectura, muchas lecturas políticas, de lo que implican las persecuciones hacia la propuesta política lesbiana:
Si el heteropatriarcado quiere acabar con nosotras, es porque nos sabe peligrosas.
A las lesbianas nos están asesinando y encarcelando, pero nosotras resistimos y existimos.
Aunque les pese.

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