Hace no tanto tiempo la sola mención o insinuación de las formas, los procesos y flujos de los cuerpos sexuados de las mujeres se veía como algo sucio, indeseado o pecaminoso y ha sido una lucha difícil -de décadas ya- la reivindicación de nuestras cuerpas. (Todavía es batalla inconclusa en tantos sitios y modos)
Ahora, me dicen que tengo que invisibilizar mi cuerpa y sus procesos fisiológicos, sus necesidades, reivindicaciones y sus placeres porque “ofende” a quien no los tiene. Sin embargo tiene otros, los de su propio cuerpo.
Si otres no se reconocen cuando hablo de mí, ¡qué bueno!, porque hablo de mí y no de otres ¿Por qué tendría qué ofenderles?
Cuando otras mujeres se autocensuran a hablar de sus cuerpas, procesos y placeres por corrección política, para no “discriminar” o para que quien no tiene formas o experiencias corporales similares no se incomode, no están cuidando de nadie, están repitiendo el maternaje impuesto hace milenios que posterga sus necesidades o la palabra propia para satisfacción de alguien más.
¿Por qué decir que tengo una vulva y una vagina habría de discriminar a alguien? ¿Qué acaso no hay tooodo un discurso feminista sobre la diversidad de cuerpos? Otres pueden enaltecer el suyo todo lo que quieran, pero cuando me piden-exigen que niegue el mío porque les molesta, eso es reaccionario y se llama misoginia …
Si tengo que silenciarme sobre mi cuerpa, flujo o mi menstruación, entonces no es mi revolución.
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